25 La erótica del poder

La sexualidad forma parte de los impulsos vitales más potentes de la condición humana, y su práctica constituye una de las experiencias más placenteras y estimulantes. Para una inmensa mayoría de personas, llegar a ejercer un poder sobre los demás produce un estímulo comparable al percibido a través de la relación carnal(1). El político con poder recibe permanentes atenciones, dudosos reconocimientos, hipócritas halagos y adulaciones más o menos groseras como también aplausos y homenajes, normalmente interesados. Las personas menos preparadas profesional e intelectualmente son las más inclinadas a creer que esas pleitesías son tributo a sus figurados méritos personales(2). Quien por su mediocridad, nunca pudo ser objeto de admiración y reconocimiento suele ser más propenso en ansiarlas, olvidando que sólo se deben a su cargo.  Resulta pues lógico que el patán peleará con uñas y dientes antes de perder su cargo, al contrario del competente, más dispuesto a abandonarlo por saber que no lo necesita para ser reconocido y retribuido, pues sus conocimientos, aptitudes y competencia le permiten ejercer autoridad y liderazgo en cualquier otra ocupación o empleo(3).

La política es el campo de actividades que brinda oportunidades inclusive a los ineptos(4). Oportunidades que son impensables en cualquier otra actividad privada o liberal, donde no suele imponerse el lema de Gilles Gaetner: “quien me ayuda, le procuro cargos”. Tampoco es cierto que todos los políticos en general sean por definición o en realidad  incompetentes, pero la presencia de incompetencia y mediocridad vinculada a importantes cargos políticos suele ser infinitamente más elevada que en la vida empresarial o profesional donde la incompetencia y mediocridad suelen ser de muy corto recorrido. Max Weber distinguió entre el político egocéntrico, que disfruta de la posesión del poder y el político idealista que alimenta su equilibrio interior con dar sentido a su vida a través de servir a una causa noble, como es la de buscar desinteresadamamente el bienestar de la comunidad. La mayoría de los ciudadanos  sabe muy bien 'distinguir' entre unos y otros, aunque no puede 'elegirlos', pues suelen ser designados a través de nombramientos 'a dedo' o 'colocados' en listas electorales cerradas. 

(1) Los machos chimpancés procuran mejorar su estatus 'socio-político' maximizando su potencial reproductivo (véase “King of the Mountain, the nature of political leadership" de Arnold M. Ludwig). El poder convierte al político en más 'atractivo', lo que suele facilitar convertir fantasías eróticas en realidad. Son ejemplos: Berlusconi, Clinton, Kennedy Dominique Strauss-Kahn. Este último acosó a una periodista llevándola a equiparar su comportamiento a la conducta de un chimpancé en celo. Los cargos políticos suelen proporcionar muchas 'ventajas sociales', entre las que las oportunidades de aventuras eróticas no es de las menores.

(2) Las satisfacciones derivadas de cargos públicos suelen tener estrecha relación con el grado de poder para hacer y deshacer. Cuanto mayor es el poder ejecutivo, mayores suelen ser las consecuencias beneficiosas o perniciosas.  En una reunión con sus oficiales, Hitler justificaba su poder absoluto por la 'oportunidad histórica' de poder aunar o concentrar todo el poder para un 'ímpetu de conjunto' ('Kräftebündlung'). Efecto, que resulta superior al del que se deriva del fraccionamiento típico de los poderes administrativos propios de países democráticos. Stalin aplicó idéntica teoría con más crueldad y contundencia si cabe, por lo que al final la 'conjunción de fuerzas'  derivada de su dictadura soviética derribaron a la fascista de Hitler.


(3) Ejemplos de políticos cuya autoridad personal no derivó de sus altos cargos, sino de la suya propia: Jorge Semprún (antiguo ministro de cultura), Enrique Tierno Galván (antiguo alcalde de Madrid), Václav Havel (antiguo presidente de la República Checa), Konrad Adenauer (primer canciller de la Alemania post-nazi), Helmut Schmid (ex canciller alemán), Nelson Mándela (venerado primer presidente de raza negra de Sudáfrica); Charels de Gaulle (patriota francés) o Winston Churchill, Primer Ministro de Gran Bretaña durante la II Guaerra Mundial). Personas de una cultura e inteligencia que no había que cepillar a diario para que luciera. Ello no quiere decir que los enumerados fueron santos, ni mucho menos.


(4) Sería injusto, falso e inapropiado calificar globalmente a la clase política de 'ineptos', aunque al ciudadano le escandaliza la enorme proporción que puebla la política.



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El Periódico de Catalunya, 14.1.2016, refiriéndose al abandono del expresident y líder de CDC, Artur Mas, de sus cargos institucionales para dedicarse a la refundación de su partido, comenta que, "... el lider de CDC recoloca a sus leales en el Govern de Puigdemot..."

La Vanguardia, 2.3.2015, Josep María Sòria, entre otros, reproduce una pregunta que se hizo el catedrático Jordi Maluquer de Motes, consistente en el,  " ... por qué se es tan tolerante con la falta de formación de muchos políticos, que no pasarían pruebas sencillas para optar a trabajos de baja calificación o a puestos de modesto nivel en la propia Administración Pública..."

El Mundo, 13.12.2014, Víctor de la Serna, entre otros, y en relación a lo que cobran los políticos, comenta: "... la mayoría de nuestros cuadros de cargos públicos no pasarían una entrevista en un headhunter de élite ... Nunca entendemos bien que se convirtieran en ministros personas que, por más años que han militado en un partido, carecían de conocimientos sobre la materia que debían regir..."

La Vanguardia, 20.6.2014, José Luis Álvarez, en un artículo sobre el 'poder', entre otros, comenta: "... los poderosos hacen trampas más a menudo ... mienten más, son más hipócritas... porque están más exitados sexualmente que los menos poderosos.... son más infieles a su parejas...."

09/2016